¿Qué sobre la vida después de la muerte?

Hoy estás en la universidad. Tienes entre 18 y 24 años. Y ¿qué hay con respecto al Mañana?

Te gradúas. Consigues un trabajo. Te casas. Tienes hijos. Obtienes unos cuantos nuevos trabajos. Te compras una casa. Perfecto, ¿y ahora qué?

Llevas a tus hijos a jugar un partido de futbol. Tratas de ser un buen padre y esposo. Ves como tus hijos van a su fiesta de graduación. Aún cuando tan sólo ayer usaban pañales. Haces y dices las mismas cosas que tus padres hicieron y dijeron, aún cuando jurabas que nunca lo harías. Tienes una o dos crisis de la edad madura. Tus hijos se gradúan de la universidad. Te conviertes en abuelo. Alguien te dice abuelito. Vives una vida tranquila, ahorrando dinero para tu jubilación. Sales a camina por la mañana. Trabajas en tu jardín. Lees el periódico. Ves la televisión. Hablas con tus hijos y nietos por teléfono. Viajas. ¿Y ahora qué?

Entonces, un día te mueres. Si eres afortunado, vives una vida relativamente larga. 70 o 90 años. Si no mueres prematuramente de cáncer o en un accidente automovilístico. Sin embargo, a la larga mueres de todas maneras. La muerte es el Mañana que a todos nos espera, el inevitable “¿y ahora qué?” al que ninguno de nosotros puede escapar. Pero, ¿es así? ¿no hay nada más?

Algún día sólo serás un cadáver. Serás sepultado o quemarán tu cuerpo y pondrán tus cenizas en un cofre. La gran pregunta aquí es ¿dejaré de existir después de eso? o ¿habrá aún en algún lugar un YO conciente?

En verdad, probablemente todos nosotros esperamos que haya algo más después. Tal vez en el lugar más recóndito de nuestra mente, lo pensamos. ¿Por qué lo hacemos? ¿por qué pensar en algún tipo de vida después de ésta?

Algunos lo llaman paraíso. Algunos, también, lo llaman cielo y otros infierno.

Otro pensamiento que muchas personas tienes en su vida, a menudo inconcientemente, es: básicamente soy una buena persona. Por lo tanto, algún día iré al cielo.

¿Es así cómo funciona?

Muchas personas piensan que son lo “suficientemente buenas” para ir al cielo. Es una suposición que nosotros hacemos. Si no hemos asaltado un banco, hemos matado a alguien o hemos sido honestos en la declaración de nuestros impuestos, pensamos que somos precisamente el tipo de persona que Dios está buscando para llevar a su hogar. Dios mío, somos tan buenos.

En la taquilla del cielo, compramos nuestras entradas al ser, básicamente, buenas personas durante toda nuestra vida.

Sin embargo, ¿qué pasa si ese pensamiento no es correcto? ¿Y ahora qué? Que asunto más delicado para llegar a equivocarse! Vaya error!

Si piensas que eres lo suficientemente bueno para ir al cielo, hay dos cosas que tienes que tomar en cuenta:

1) Si el cielo es un lugar de perfección, ¿cómo puede alguien ser lo suficientemente bueno? La mayoría de nosotros diría que tenemos un gran secreto guardado. Por lo menos uno. Algo que esperamos que nadie llegue a saber. Un error cometido en el pasado. Una mala decisión. Un momento de debilidad o estupidez del que no nos gusta acordarnos.

Eso es lo extremo. Sin embargo, hay muchas otras cosas más en común que nosotros no queremos realmente que los demás sepan o lleguen a saber. Podría ser esas “mentiritas piadosas” que decimos. O las cosas que hablamos a espaldas de los demás. O como copiamos el trabajo de otras personas. O las palabras poco amables que les decimos a las personas. O los malos pensamientos que tenemos acerca de las personas.

Existen más de un cosa de la cual arrepentirse. Nuestras vidas, si las examinamos detenidamente, muestran un patrón de errores. A menudo no hacemos lo que creemos que es correcto. Además, con frecuencia hacemos los que creemos que está mal.

Todos nosotros, incluso las personas a quienes llamaríamos esencialmente buenas, también son egoístas y se encuentran lejos de la perfección. Así es como la Biblia lo describe:

“Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” Salmo 14:3.
“Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” Eclesiastés 7:20.
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová en él el pecado de todos nosotros” Isaías 53:6.
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9.
“Ninguno hay bueno, sino sólo Dios” Lucas 18:19.
“No hay justo ni aún uno” Romanos 3:10.
“Por cuanto todos pecaron, y están destituídos de la gloria de Dios” Romanos 3:23.
“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” Santiago 2:10.
Adicional a esto, Dios ve todo lo que hacemos. Esto significa que no hay forma de engañarle. Él conoce a la perfección todas las cosas buenas que no hemos hecho (y que podríamos hacer). Como también, todas las cosas malas que hemos hecho. Él incluso conoce todos nuestros pensamientos y motivaciones.

Aquí se encuentra el segundo asunto para considerar si es que pensamos que somos “lo suficientemente buenos” para ir al cielo:

2) ¿Es posible ser básicamente una buena persona y aún así haber rechazado a Dios? Consideren a Ralph. Él es una buena persona. Era ético en su trabajo. Él nunca robó, ni siquiera un clip. Era un fiel marido y un buen padre para sus hijos. Se sacrificaba por ellos y por su mujer (a quien nunca engañó). Incluso, durante su vida, dio dinero para obras de caridad.

Sin embargo, Ralph, de algún modo, nunca permitió que Dios “estuviera en su vida”. Ralph, sintió muchas veces el deseo de que Dios estuviera en ella. Era como si Dios estuviera golpeando a la puerta del corazón de Ralph. A pesar de esto, Ralph nunca la abrió. Él siempre tenía una excusa para no hacerlo. Irónicamente, una de las excusas más recurrentes era: He sido bueno durante toda mi vida. Entraré al cielo.

Ralph quería ir al cielo. Todo el mundo quiere ir. Pero en verdad, Ralph no quería conocer a Dios. Además, él nunca se detuvo a analizar la enorme consecuencia de esa decisión (la decisión de dejar a Dios fuera de su vida).

Piensa en ello. El cielo es el hogar de Dios. Si Ralph no quiso conocer a Dios durante su vida en la tierra ¿por qué querría Ralph conocer a Dios después de esta vida? En otras palabras, lo que Ralph no se dio cuenta es cuanto rechazó el cielo.

El cielo es un lugar donde Dios está presente. Es muy probable que cada aspecto del cielo hará recordar constantemente un aspecto de Dios. Qué lugar más horrible para Ralph!

Ralph siempre asumió que el cielo sería un lugar de comodidad insuperable. Sin embargo, el nunca consideró finalmente lo incómodo que sería para él, ya que no quiso conocer a Dios o tener una relación con él. Para Ralph, el cielo no sería el cielo, sino más bien un tipo de infierno.

¿Permitirías que alguien entrara a tu casa incluso si supieras que esa persona no tiene ninguna relación contigo? Si supieras que todo lo que esa persona viera le hiciera recordarte.

Muchas personas son como Ralph. Ellos quieren ir al cielo, pero rechazan a Dios. Además, no se dan cuenta de que, en estas circunstancias, el cielo sería un lugar horrible para estar.

Tal vez, la verdad de todo es que el cielo es para las personas que saben que no son lo suficientemente buenas para estar allí, pero quienes, a pesar de aquello, quieren únicamente estar en ese lugar porque es donde está Dios. Ellos quieren conocer, a Dios y estar allí para siempre. El premio no es el cielo, sino más bien su Principal Ocupante.