Muchos de nosotros queremos razones muy convincentes para creer en Dios. Algunos creen en la existencia de Dios por factores y razonamientos filosóficos (algunos presentados en la sección de LA EXISTENCIA). Otros creen en Dios por sus oraciones contestadas; otos han encontrado en Él dirección para su vida; en otros casos Dios ha cambiado sus vidas.
Pero, ¿por qué Dios no demuestra de una manera exagerada a la gente que tendrían que creer que Él existe? Una buena respuesta está en el libro de Phil Yancey: El Jesús que nunca conocí (páginas 74-80)
Yancey nos dice que Dios nos ha dado libertad para creer en Él o no; dice: “Mi fe sufre de demasiada libertad, demasiadas tentaciones para no creer. A veces quiero que Dios me sorprenda para aclarar mis dudas con seguridad o para dar pruebas seguras a su existencia y todo lo que conlleva. Quiero un Dios sin ambigüedad, aquel a quien yo puedo referirme para acabar con las dudas de mis amigos. “Pero entonces él dijo: “Cuanto más conozco a Jesús, más impresionado estoy por lo que (Dostoevsky) llama el milagro de retención.”
Jesús podría hacer milagros tan grandes y espectaculares que la gente tuviera que creer en él. Podría hacer realidad muchas grandes hazañas, incluso sanar pueblos enteros. En un instante, Dios, podría crear algo como una montaña; O podría haber hecho un milagro que todo el mundo pudiera ver para así forzar que muchos crean en él. Pero Dios nos dejará que tengamos esa libertad con la cual nos creó.
Yancey dice: “Es increíble la negativa de Jesús de hacer esa victoria. La gran insistencia de Dios en la libertad del ser humano es tan grande que nos asegura el poder de vivir pensando que nunca existió, escupir en su cara, y crucificarle. Creo que Dios insistió en frenarse en su manifestación de su omnipotencia controlando así sus deseos. Si bien, a través del poder puedes forzar obediencia, solo el amor puede hacer reaccionar al amor, que es lo Dios quiere de nosotros y es la razón por la que nos ha creado.
Si Dios manifestara su poder de una manera alucinante, podría forzarnos a creer en Él. Podría fácilmente forzarnos a que le obedeciéramos. Podría ordenar cualquier cosa que Él quisiese. Pero lo que Dios quiere para nosotros es que le conozcamos como Padre, Amigo, Consolador, Señor -deseándolo, no como una obligación.
Él nos ha dado más de una amplia razón para creer en Él (ver el artículo Más Allá de una Fe Ciega), pero no nos fuerza a que le conozcamos. Incluso como Jesús dijo: “Mira, estoy llamando a la puerta: si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos. (Apocalipsis 3:20). Él entra en nuestras vidas con nuestro permiso. Y si sinceramente queremos encontrarle, si está ahí, tal y como es, nos dejará que le encontremos y que le conozcamos.